“Señor
presidente, Primeros ministros, amigas, amigos: Esto no es un mal plagio del
delirio de Juan en su destierro de Patmos, sino la visión anticipada de un
desastre cósmico que puede suceder”.
Con
estas palabras Gabriel García Márquez hace un llamado a la reflexión sobre la
fabricación y posesión de bombas nucleares por parte de las grandes potencias,
esto presentado en su discurso llamado “El cataclismo de Damocles”.
García
Márquez hace una alegoría comparando la situación de aquél personaje cuyo único
interés era el de la riqueza y los placeres, aquél en cuyo corazón solo podía
haber lugar para la avaricia y la mezquindad; y la situación de la humanidad,
la cual siendo la única dotada de raciocinio, no ha hecho otra cosa que dañar
su propio hogar, hecho que se hace notorio en lo avances tecnológicos que se
han ido presentando con el pasar de los años y cuyas consecuencias son tanto
positivas como negativas.
En
la actualidad, los hombres ya no buscan crear herramientas para “facilitar la
vida” (lo cual se supone que es el único objetivo de la tecnología) sino más
bien buscan crear un artefactos que puedan tener un gran impacto en el mercado.
Pero no son estos asuntos lo que queremos reflexionar. Por ahora solo nos
enfocaremos en el problema de las bombas nucleares y sus daños ambientales, y
con esto tratar de determinar cuál es la causa del problema, no como una
investigación en sí, sino a manera de reflexión.
Seguramente
Leo Szilard y Albert Einstein, no estaban del todo conscientes del holocausto
que podrían ocasionar sus teorías, que posteriormente contribuirían a la
invención de la bomba nuclear. De haber previsto tales consecuencias
seguramente hubieran abandonado atrás su proyecto (tal parece que el primero de
éstos si lo hizo). Tan sólo las pruebas
de dichas bombas han causado daños irreversibles. Únicamente Estados
Unidos realizó, entre 1945 y 1992, 1,032 ensayos de bombas nucleares. Se estima
que alrededor del mundo han sido más de 2,000 en este mismo periodo.
Estos
daños se ven reflejados en la contaminación de la atmósfera, mares y suelo.
Sabiendo
esto, nos hacemos varias preguntas, la
principal: ¿Qué gana el hombre? Después de acabar con este planeta y haber
fundado otro más, ¿Qué va a pasar?, se repetirá la historia? o tal vez hay que
cuestionarnos si el hombre está consciente realmente de su lugar entre los
seres vivos. En el mito de Prometeo, de Platón, es explicado (en una de tantas
perspectivas en que puede ser interpretado el mito) cómo el hombre es
precisamente el ser más indefenso de entre todas las especies, nuestra única
“arma de defensa” es el “fuego del
olimpo” (la razón) que les fue robado a los dioses de Prometeo. Será por esa
razón o en realidad el hombre es destructivo por naturaleza?.
Por
su parte García Márquez pensaba que la creación de dichas armas son una prueba
de la ausencia de la verdadera inteligencia, “La carrera de las armas va en
sentido contrario de la inteligencia”.
En
la actualidad, existe un sin número de películas, series, novelas, cuentos,
etc. de apocalipsis zombies o invasiones que vienen a acabar con la humanidad y
acabar con el planeta. Tal vez se escucha absurdo, pero en medio de esta
situación guerras y disturbios no está por demás preguntarnos: Serán éstas
historias, un adelanto de lo que nos espera, como afirma García Márquez? Será
cierto, que de la vida en este planeta, sólo quedarán las cucarachas como
vestigio?.
Sólo
nos queda esperar, sentarnos en nuestras casas, fingir que no sabemos esto y
continuar con nuestras felices vidas, (o nuestras aparentes felices vidas). O acaso existirá una solución a esto? Valdría la pena
intentarlo, y una manera (no muy sencilla) es hacerlo mediante la educación.
Tenemos que dar guerra a esas personas que contribuyen en la fabricación de
armas y bombas nucleares. Sólo que nosotros fabricaremos seres humanos. Seres
humanos con un verdadero valor de humanismo, que tanto falta hoy en día, seres
consciente y reflexivos, y que éstos a su vez continúen con la fabricación y
así, tal vez, en algún futuro seguramente lejano, habrá una solución. Una
solución al tan posiblemente cercano diluvio universal.
Integrantes del equipo:
Wendy Rebolloso
Cristina Ortíz
Andrea Gallardo
Fuentes de apoyo:
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